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viernes, 29 de diciembre de 2017

Llega el turismo marinero

La nueva legislación sobre turismo pesquero ha abierto las puertas a profesionales del sector para ofrecer, mano a mano con marineros, cofradías y administración, una actividad secular reconvertida en experiencia.

En diciembre de 2014 se aprobó la modificación de la Ley de Pesca Marítima del Estado que, entre otras cosas, define conceptos como turismo pesquero o marinero y pesca-turismo. Con ello se pretende dar cobertura jurídica a un antiguo deseo de muchos profesionales del ramo: diversificar un sector duramente golpeado por la crisis.
La pesca tradicional tiene enormes dificultades para mantener tanto su viabilidad económica como su continuidad generacional, pues cada vez hay menos jóvenes dispuestos a relevar a sus padres en un trabajo arduo y poco rentable. Ante este evidente problema, es necesario “evitar la pérdida no solo de la propia actividad”, sino también “de un modo de vida y unas tradiciones que forman parte del acervo cultural de todos”, indica Agustín Molina, profesor de la Universidad Politécnica de Madrid y autor del informe Diagnóstico estratégico de la actividad de pesca-turismo en España, encargado por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente.
Otro de los objetivos del turismo pesquero es precisamente poner en valor, de manera sostenible y responsable, el patrimonio natural, social, cultural o gastronómico vinculado al ámbito marinero tradicional. España es una de las grandes potencias pesqueras del mundo; sin embargo, buena parte de la población desconoce todo cuanto rodea a la industria. Y qué mejor forma de darla a conocer que a través de propuestas destinadas al consumo de excursionistas ávidos de nuevas vivencias.
La legislación ya recoge el concepto pesca-turismo, es decir, embarcar en naves pesqueras, con fines de ocio, a personal ajeno a la tripulación
Así lo entendió Shonia Cruz,cordobesa que decidió aunar sus amplios conocimientos turísticos con la experiencia profesional de su pareja, un pescador de la Costa del Sol. Ambos crearon Turismo Marinero, empresa ubicada en Estepona que ofrece la posibilidad de adentrarse en el ambiente de la pesca artesanal a través de visitas guiadas, talleres educativos, rutas gastronómicas y travesías a bordode un velero desde el que se puede observar cómo faenan los pescadores de la zona. Comenzaron su andadura en 2011 y el año pasado atendieron ya a unas 1.200 personas.
Al principio se interesaba sobre todo gente que, “durante el verano, pasaba por el puerto y se sentía atraída por el mundo de la pesca” pero, a fin de romper con esa estacionalidad, diseñaron una oferta orientada a centros escolares y grupos, explica Cruz. Aunque todavía no han hecho una gran campaña de comercialización entre operadores, están siendo bien acogidos y, por ejemplo, TUI incluye las suyas en la oferta de excursiones para cruceristas que llegan a Málaga. Además, ahora tienen una consultoría al servicio de instituciones o empresas que deseen implantar actividades similares en otros lugares.
CAPITANES INTRÉPIDOSEn el pasado, quien quería vivir un día como un auténtico lobo de mar no tenía más que acercarse a la costa y buscar a algún pescador dispuesto a subirle a bordo. No obstante, tal práctica “no tenía soporte jurídico, y conllevaba una enorme responsabilidad en caso de accidentes”, apunta Molina. Y es este uno de los aspectos que pretende subsanar la ley aprobada en diciembre.
 
 
Efectivamente, la reciente legislación recoge, dentro del concepto general de turismo pesquero, una referencia a la pesca-turismo, término que define el hecho de embarcar en naves pesqueras, con fines de ocio, a personal ajeno a la tripulación. Como la norma es de hace pocos meses, aún no se han desarrollado los reglamentos específicos necesarios, pero es de esperar que las Comunidades Autónomas, a las que corresponde, comiencen a trabajar en ellos. De momento, el marco legal solo está claro en Cataluña, donde en 2012 la Generalitat aprobó un decreto que da una relativa cobertura jurídica y define las condiciones requeridas.
Pioneros en la gestión de actividades de pesca-turismo, en la localidad ampurdana de Roses, la Cofradía de Pescadores, la Estación Náutica y el Ayuntamiento se pusieron a trabajar codo con codo en la elaboración de un producto beneficioso para todos. Desde entonces, “la cofradía es la proveedora de barcos y conocimientos, y nosotros, como sector turístico, hacemos la captación y formación del cliente y gestionamos su reserva”, explica Miquel Gotanegra, presidente de la Estación Náutica Roses-Cap de Creus. Si bien los cambios siempre requieren un proceso de adaptación, en momentos como el actual a la mayoría no le importa asumir más riesgos. Además, al frente de los barcos hay una generación que se acomoda bien a las nuevas necesidades y está dispuesta a formarse con el objeto de recibir turistas. Si aparece un inglés o un francés interesado, “en las embarcaciones hay gente que habla sus idiomas. Se intenta personalizar la propuesta para que sea un producto turístico importante”, subraya Gotanegra.
PARA TODOS LOS PÚBLICOSTambién en Cataluña, en la localidad tarraconense de Cambrils, Pitu Pijoan ha encontrado en la acogida de turistas en su barco un modo de incrementar ingresos y, al mismo tiempo, fortalecer otros negocios familiares, pues algunas de sus excursiones terminan en el restaurante L’Indret. “Como dependemos solo de las capturas, pensamos que llevar turistas era una buena manera de diversificar nuestra economía”, explica. “Habilitamos un espacio para ellos, con unas tumbonas y un banco, y pusimos una puerta que facilitara el acceso”. Sin duda, ha supuesto un gasto, pero, si las cosas salen bien, “en dos o tres años recuperaremos la inversión; por otro lado, tengamos o no turistas, salimos a pescar, así que no hay pérdidas económicas”, afirma.
Bien articulado, el turismo pesquero puede ofrecer a sus profesionales la herramienta para sostener un modo de vida que podría perderse
Compartir un día con profesionales del mar es, en opinión de Xavi Punsí, participante en una jornada de pesca-turismo en Roses, “una experiencia que todo el mundo debería tener, sobre todo quienes viven en la costa. A pesar de que mucha gente conoce a los pescadores, come el producto que traen y ve los barcos, nunca ha subido en uno de ellos; si supieran cómo trabajan, se quedarían asombrados de lo duro que es”, apunta.
Doce horas a bordo de un pesquero requieren cierta fortaleza física, puesto que, aunque los visitantes se quedan en tierra si las condiciones meteorológicas son malas, es una jornada larga. No obstante, las posibilidades para acercarse al mundo marinero son infinitas y basta con asomarse a las páginas web de comunidades costeras para ver algunas de ellas: desde descubrir cómo se cultivan berberechos o navajas en la playa de la mano de mariscadoras gallegas en Cambados o Boiro, hasta acudir a una subasta de pescado y conocer a fondo los entresijos de la rula –instalaciones en las que se efectúa– en la localidad asturiana de Avilés.
Al igual que muchas personas se han interesado por el campo gracias a ganaderos y agricultores que han hecho del turismo rural un instrumento para reforzar sus maltrechas economías, si el turismo pesquero se articula,como señala Molina, con una estrategia bien estructurada, puede ofrecer al profano una nueva forma de entender el mar y a sus profesionales,la herramienta para sostener un modo de vida que, de otra manera, corre el riesgo de perderse para siempre.

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