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lunes, 11 de diciembre de 2017

IDEAS PARA MINIMIZAR LA ESTACIONALIDAD

El lado humano de la

estacionalidad


Uno de los defectos que los humanos traemos de
serie es la incapacidad de analizar los rasgos de la personalidad
de otras personas más allá de lo meramente
palpable o visible. Cuando hablamos de la forma de ser
de éste o de aquel, raramente nos planteamos la posibilidad
de que determinados comportamientos puedan
ser causados por factores ajenos a ellos mismos,
y que incluso la modificación de los nuestros propios
puedan implicar un cambio en unas pautas aparentemente
inamovibles.
Algo parecido pasa con el turismo y su rasgo más característico:
la estacionalidad. Todos podemos identificarla
con facilidad pero pocos podemos hablar de ella
con un conocimiento de causa que vaya más allá del
mero hecho de diferenciar entre la temporada alta y la
baja. Y todo porque la hemos asumido tal y cómo es sin
intentar profundizar en su forma de ser y de actuar.
¿Podemos decir cual es la varianza de la estacionalidad
de los últimos 10 años? ¿Sabemos si los métodos
estadísticos que estudian las variables que determinan
el carácter del turismo son los correctos? ¿Se incluyen
en éstos estudios las variables estacionales, o son
consideradas como mero ruido estadístico? Y lo más
importante, ¿tenemos la capacidad de modificar nuestra
conducta con el fin de corregir esta bipolaridad del
turismo?
Al igual que nos sucede con las personas, el hecho de
asimilar ciertos rasgos o conceptos como inherentes a
alguien o a algo hace que no estemos predispuestos a
plantearnos si éstos son o no modificables, y eso nos
lleva mucha veces a desarrollar prejuicios y lo que es
peor aún, a aceptar las cosas tal y cómo son sin pensar
que éstas pueden cambiarse.
La estacionalidad del turismo, como todos la entendemos,
es propiciada por la demanda, sus gustos, sus
hábitos y su capacidad de generar flujos en determinadas
épocas del año, pero también la oferta tiene un
papel importante, ya que a lo largo de los años, se ha
ido amoldando a ella. Por ejemplo, muchos establecimientos
de alojamiento especializados en el turismo
de sol y playa, cierran sus puertas en la temporada
baja, sin preocuparse de aquel segmento que huye del
turismo masificado, e imposibilitando así, un cambio
en su comportamiento estacional. Pero no sólo se ha
producido un acomodamiento de la oferta a la forma
estacional de actuar de la demanda, sino que ha sido
condescendiente con este trastorno, creando cada vez
más y más oferta, y provocando un desajuste estadístico
que maximiza aún más este efecto, cómo al niño
que, con trastorno hiperactivo por déficit de atención,
se le llena la habitación de juguetes.
La cuestión es, que al igual que en psicología y otras
ciencias sociales se elaboran estrategias y disciplinas
para tratar ciertos trastornos exagerados de las personas
o de la sociedad, en turismo se debería trabajar de
forma conjunta para estudiar a fondo este problema,
creando un “Observatorio de Estacionalidad” a nivel
nacional, un área estadística menos global y más específica,
que más allá del turismo internacional, del gasto
turístico y de la ocupación, estudie el comportamiento
de este fenómeno periódico, sus cambios a lo largo de
los años, sus diferentes formas de actuación según las
tipologías de turismo, según los establecimientos de
alojamiento y según los destinos; que analicen además
las variables socio-económicas y socio-culturales que
la afectan o alteran, permitiéndonos identificar unas
pautas, unas excepciones a éstas pautas, y una línea
de estrategia que a largo plazo nos de las herramientas
necesarias para minimizar un rasgo de la personalidad
del turismo que, al final nos afecta a todos en mayor o
menor medida y que, en definitiva, nos de la opción de
explotar nuestro rasgo más humano: saber analizar lo
ocurrido en el pasado y lo que ocurre en el presente,
para poder adelantarnos y prever lo que sucederá en
el futuro.
Paula Martínez
http://comunidad.hosteltur.com/PaulaMartinez/perfil

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